Es un día hermoso como aquel día
cuando nos conocimos en ese parque de
diversiones un 30 de noviembre, cuando yo cumplía 17 años; vaya sí que pasaron
muchos años. Te recuerdo y recuerdo esa tarde donde sin querer volqué mi helado sobre tu vestido color blanco
con turquesa muy elegante. Quisiste matarme no sabía dónde meterme, rápidamente
me ofrecí a limpiarlo y luego nos quedamos hablando. Esa tarde cuando caía el sol, luego de ir a
comprar un copo de nieve ese que tanto te gustaba, nos dimos nuestro primer
beso arriba de un bote. Fue fabuloso
pero la tristeza apareció cuando cada uno se tuvo que marchar con su familia.
Quedamos en encontrarnos en las siguientes vacaciones, el mismo día y nos
despedimos. Pasó rapidísimo y ahí estaba yo ese día, muy contento. Ya era mayor
de edad y quería verte; pasaron largas
horas y te seguía buscando cuando, en un rincón de un patio de comida te
encontré y me acerqué estabas con una
amiga. Comimos y nos fuimos a disfrutar del día. Ahí empezó nuestra historia.
Amor, como olvidarme de vos y de todo lo que vivimos, lo recuerdo todo como si
hubiese pasado ayer. Te juro que te extraño tanto, todavía no puedo aceptar que
ya no estemos juntos. Lamento tanto esa tragedia ocurrida hace solo 5 años
cuando volvíamos del casamiento de tu hermana, reconozco que fue mi culpa por
manejar alcoholizado. Te pido perdón aunque dudo que me perdones y sé que estás
en todo tu derecho.
Aquí estamos en el cementerio,
este es el nuevo lugar donde solemos reencontrarnos, casi dos metros de tierra
nos separan físicamente pero yo te siento cerca en todo momento. Muchos
familiares y amigos nuestros te recuerdan, siempre me hablan de vos, recuerdan
la simpatía que tuviste con cada uno de ellos a pesar de que tu estado de ánimo
no fuera el mejor en ese momento. Muchas veces te visito; no podés verme pero
te cuento que lloro mucho y pienso en lo maravilloso que sería todo si no
hubiese existido esa tragedia que nos destruyó la vida a ambos. Quiero que te
quedes tranquila por todo eso que me pedís que les cuente a ellos que tampoco
forman parte de tu vida. Hoy en día, cada vez que me venís a visitar, se los
cuento, luego de que te marchás. Ellos también te visitan, te están cuidando en
cada momento y desean, lo mismo, que yo que seas fuerte, que puedas seguir con
los proyectos de vida que tenés. Sé que alguna vez vamos a poder estar juntos,
besarnos abrazarnos y ser felices como alguna vez lo fuimos pero para eso
faltan muchos años y voy a saber esperar. No quiero que el rol de viuda sea una
carga y un castigo para vos, deseo que formes esa familia que no te pude dar yo
y que puedas volver a amar como me amaste a mí, siempre voy e estar cuidándote
y guiándote por un bueno camino. No decaigas, disfrutá de la vida, es mucho
mejor que donde hoy me encuentro. Te amo, siempre te amaré y no dejaré de
hacerlo.
Posdata:
gracias por los jazmines aromatizados que me dejás cada vez que me visitás. No
me olvidé que esas flores te las regalé en nuestra cena íntima aquella noche
cuando nos comprometimos.